Neuroderechos o la última frontera de la privacidad

Neuroderechos o la última frontera de la privacidad

 

Imagina que te implantan en el cerebro un dispositivo que lee tus pensamientos e intenciones, y envía esos datos a un ordenador. Sería una invasión absoluta de tu privacidad mental.

Pues prepararse legalmente para un futuro más bien cercano capaz de incluir en nuestro cerebro un dispositivo no parece tan irracional.

Los avances tecnológicos vinculados a la neurociencia van a pasos agigantados. En el campo de la medicina se trabaja en dar a personas con parálisis la posibilidad de mover objetos con la mente, algo que no es el futuro sino el presente.

También se está usando para tratar el Parkinson o la depresión, pero hay otra cara de esos avances, la que se vincula a la interacción directa con el cerebro y ya hay quien avisa que deberíamos empezar a legislar en ese sentido.

Por todos es sabido que los avances suelen ir muy por delante de la legislación y es precisamente por eso que uno de los neurobiólogos más prestigiosos del mundo, el español Rafael Yuste, lleva tiempo avisando de la necesidad de proteger los derechos y libertades del cerebro que puedan verse afectados por las nuevas tecnologías.

Porque ese mismo avance que sirve para que una persona pueda superar las barreras que impone una enfermedad neurodegenerativa puede ser usado por grandes empresas del sector de la tecnología de consumo o incluso la posibilidad de mejorar las aptitudes individuales de manera artificial.

La intención es adelantarse a las posibilidades que están a la vuelta de la esquina para evitar que la tecnología que se está desarrollando actualmente termine afectando a la identidad de las personas, a su autonomía.

En Chile ya se ha aprobado por unanimidad la reforma de la constitución para incluir los neuroderechos y han presentado un proyecto de ley para definir cómo se protegerán la identidad mental o la privacidad de los datos cerebrales.

En España el Gobierno sacó a consulta pública una carta de derechos digitales convirtiéndose en el primer país europeo en plantear el problema en Europa de manera oficial.  Si tomamos en cuenta que compañías como Facebook, Microsoft, Google o Elon Musk están invirtiendo millones en el desarrollo de este tipo de tecnología, no es muy apresurado preocuparse desde ya por su legislación.

By: MarketingDirecto